18 Jul Remedios Varo y El Juglar: Armonía, Balance y Unidad
Remedios Varo luchó para integrar su psique a las fuerzas antagónicas que le impedían obtener un sentido de equilibrio. De sus tenaces intentos es testigo el arte que creó durante los diez últimos años de su vida. En El malabarista o El Juglar (1956), Remedios Varo expresa como las pugnas personales deben colaborar con el orden natural del universo.
En su búsqueda de la iluminación espiritual, Remedios Varo viajó a través de altas esferas que le llevaron al estudio de doctrinas herméticas como a
la alquimia, la magia y la cábala. Esos conocimientos ancestrales se convirtieron en la fuente que nutría su iconografía.
Remedios Varo se identificaba con las representaciones simbólicas creadas por artistas del Renacimiento que también habían luchado con el sufrimiento personal y buscado respuesta en las más antiguas ciencias y religiones, y modeló su arte conforme al de ellos. Debido a esto, la mejor manera que el espectador tiene de apreciar el arte y la vida de Varo, es descifrando el código secreto de sus pinturas.
A menudo se nota con desasosiego que la carta que abre y dirige el camino hacia el arcano mayor del Tarot es la que representa a un personaje peligroso: el tramposo guardián de las enseñanzas secretas. Se le conoce por muchos nombres: mago, magus, ministril, truhán, trovador, malabarista, prestidigitador, hechicero y juglar. El numero del Juglar es uno. El Uno ha existido antes que ningún otro número y es considerado eterno porque su valor permanece constante cuando se multiplica por cualquier otro número. La letra del Juglar es aleph, la primera letra en el alfabeto hebreo, que en la Cábala representa la unión del espíritu y la materia (figura 1).
(Figura 1)The Surrealist- Victor Brauner 1947
Tradicionalmente, la postura física del Juglar ilustra la forma del aleph ℵ: su torso está volteado, con un brazo alzado hacia el firmamento, el otro apunta a hacia el inframundo. Su postura simboliza lo divino y lo diabólico, polos opuestos que se integran en su figura. De ahí el principio mágico que coloca lo de arriba abajo y lo de abajo arriba. El Juglar también está representado por el primer Zefirot del Árbol de la Vida, un símbolo complejo que significa autorreflexión, el espíritu vivo de Dios y la relación armoniosa entre el cosmos y el alma humana. El Juglar integra en sí mismo todas las posibilidades latentes que los humanos poseen para cumplir sus destinos. Si se estudiase al Juglar podrían descifrarse los secretos de la creación. Debido a este equilibrio precario que puede resultar en caos o destrucción irreparable, a menudo el Juglar es un personaje temido. Las masas intimidadas y mesmerizadas por el Juglar se preguntan cuáles son las fuerzas que dictan sus motivos. No se dan cuenta que su poder consiste en haberse adueñado de sus opciones. Las masas podrían también elegir sus propios destinos. en cambio, ven al Juglar como la representación de Dios. Los escépticos, los instruidos y los filántropos, sin embargo, lo perciben como un embustero o un necio. Quizás su reacción está dictada por la envidia, porque ellos querrían poseer su poder e influencia.
La imagen del Juglar que Remedios Varo ha conjurado aquí es única, triunfal, cabalística y personal. Ha combinado algunos de los atributos tradicionales del Juglar con otros derivados de varias fuentes esotéricas. Este Juglar representa la simbología personal que la artista tiene de los atributos de armonía, equilibrio y unidad. Ella se dirige a las masas y posiblemente a los escépticos, representados por las sombras que podemos observar fuera de la pintura, enfrentando al público. Una de estas sombras podría ser la misma Remedios Varo que, como una forastera, contempla desde afuera el desarrollo del acontecimiento y tal vez mira con escepticismo la escena ante ella.
El Malabarista o el Juglar (Dibujos Previos) 1956 lápiz/papel mantequilla
No es demasiado difícil imaginar el estado mental de Remedios Varo cuando pintaba El Juglar. Tal como en sus pinturas, el evento parece ser visto a través de una mirada melancólica. La luz solar está perpetuamente ausente; probablemente el crepúsculo se está infiltrando en las calles de este pueblo medieval; todos los personajes son pálidos. El Juglar encarna el equilibrio en el cuadro; su abrigo rojo atrae nuestra mirada hacia su cara de madreperla y su aureola como de polvo estelar. Su ambigüedad confirma el personaje que representa. La torre del Juglar, un vehículo motorizado pseudocientífico, representa su aislamiento, aun cuando viaja en compañía de una mujer y varios animales, que complementan los atributos de su persona. La cabra representa al diablo, los pájaros la divinidad, el león, la luz y el búho la oscuridad. Tradicionalmente, El Juglar lleva un sombrero de ala ancha con la forma de un ocho horizontal, que simboliza lo infinito del conocimiento sin fronteras. En el Juglar, Remedios Varo ha remplazado esto fundiendo el sombrero, la cabeza y la barba en un todo que significa otro símbolo mágico, el pentagrama, o la estrella de cinco picos.
El malabarista o el Juglar- Remedios Varo 1956 oléo y nacar incrustado/masonite
El pentagrama suele estar acompañado por el tetragramaton de cuatro letras hebreas que significan el nombre de Dios (יהוה). Remedios Varo no lo ha incluido aquí, aumentando así la ambigüedad de su personaje. El pentagrama está hecho de una sola línea que indica su infinita naturaleza. Representa el microcosmos o fórmula mágica del ser, el alma humana elevándose desde un estado inferior (figura 2). El pentagrama también representa los cinco atributos del Gran Mago, los cinco sentidos y las cinco extremidades del cuerpo humano (figura 3). Si se llega a entender a fondo el pentagrama, uno puede demandar consideración de quienes son superiores espiritualmente y regir a las criaturas espiritualmente inferiores a uno mismo. Sabemos que el poder de Remedios Varo se origina en la magia blanca porque en el Juglar el pentagrama apunta hacia arriba. Si hubiese tenido interés en la magia negra, habría invertido el pentagrama para significar un poder pervertido (figura4). La magia negra no tiene símbolos propios. No es un arte fundamental; la magia negra emplea los emblemas de la magia blanca y los invierte para distorsionar los principios que representa.
(Figura 3) Eliphas Levi – Pentagrama con símbolos mágicos adicionales
(Figura 4) El Diablo – Cartas de Tarot de Morgan-Greer
El Juglar suele estar detrás de una mesa en la cual se observan los elementos que emplea para la adivinación: una bolsa para los objetos que coleccionamos a través de la vida; pesas para medir las situaciones por las que atravesamos; y dados, para reconocer el azar. Las tres patas de la mesa que son visibles representan tradicionalmente los tres pilares del mundo cotidiano; la cuarta, que no se ve, representa al mundo invisible. Los pies del Juglar tienden a estar separados, colocados en ángulo recto de manera que la energía pueda fluir alrededor de él.
El Juglar de Remedios Varo es algo diferente. Está parado en una plataforma que convenientemente surge de su vehículo. Bajo sus pies, que están juntos, yacen como en un altar piezas de oro, piedras preciosas y una vasija misteriosa. No se sabe qué contiene esta vasija pero podría ser el alkahest, o prima materia, la esencia común de todas las cosas que los alquimistas no dejaron de buscar hasta el siglo diecisiete. En la mesa de atrás y a su izquierda, se reconocen los dados y algunas vasijas. Sobre un taburete, un pequeño cofre, parcialmente abierto, revela un par de ojos con pesados párpados que observan la escena. Junto, yacen tres aros. El Juglar mira inexpresivo a las masas, a quienes Varo, en clara alusión a sus mentes indiferenciadas, presenta cubiertas por una capa homogénea.
El Juglar presenta un acto de perfecto equilibrio. Los planetas con los que juega el malabarista están atados por un hilo y el efecto de constelación que crean es una ilusión. En realidad, cuando el camino de los planetas es delineado, la constelación desaparece.
¿Acaso existe equilibrio en el macrocosmos? La respuesta de Remedios Varo parece estar entre un sí y un no. Tal como los planetas, el microcosmos, el ser, fluctúa constantemente. De ahí el continuo intento de mantener equilibrio. Los demonios pierden poder ante el equilibrio y en los tiempos de éxito, cuando la dualidad esfuma, podemos obtener la armonía.
En términos más sencillos. El Juglar puede ser visto como un autorretrato. Tanto Remedios como el Juglar funden lo visible con lo invisible. Ambos producen un equilibrio con los objetos temporales a fin de enfrentar a los espectadores con sus impetuosas fuerzas ocultas. Ambos intentan sobreponerse al desamparo al explorar los misterios del universo. Ambos subyugan a las masas, pero sólo son interrogados por unos cuantos.
Salomon Grimberg